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viernes, 20 de septiembre de 2013

DIEGO MONTANO ZARCO, MI PADRE...


Este verano no ha sido muy bueno que digamos, nos llevamos un gran sustillo con uno de los hombres que más quiero,"mi padre".Ya en mayo, lo tuvieron que ingresar por primera vez en el hospital comarcal de Marbella,con un amago de infarto, pero quedó ahí, y pidió su alta voluntaria. En junio después de varias pruebas, en una de ellas no salió bien y decidieron ingresarlo, para ver asta donde alcanzaba su gravedad, ya que el corazón no le estaba funcionando muy bien.En principio creyeron que era una vena obstruida, pero llegó la mala noticia después de hacerle un cateterismo, el diagnostico fue más grave de lo que pensaban. No llegaron hacerle al completo el cateterismo, cuando vieron que no podían seguir, porque dos de sus válvulas estaban muy obstruidas y la tercera no funcionaba, y nuestra mala noticia fue que había que operar, para poder hacerle tres bypass vascular. Se nos vino el mundo encima, aunque sabemos que hoy en día hay muchos adelantos, es una operación muy complicada y a corazón abierto, y nunca nos pensamos que nos tocara a uno de nuestros seres queridos.Después de tener que estar mes y medio ingresado, primero en Marbella y luego una semana antes de la operación lo trasladaron a Málaga, porque allí es donde hacen esa clase de operaciones. ¡Y llegó el gran día de la operación! Con los nervios metidos en el cuerpo, mi padre el que más...después de cuatro horas larguísimas e interminables, salió el cirujano a comunicarnos como había ido todo, y ¡gracias a DIOS!, todo salió genial...Lo subieron a la sala de recuperación, porque nos dijeron que tendría que estar un día o dos sedado, para que no se moviera, por los bypass.
Pero cual fue nuestra sorpresa, que por la tarde sobre la hora de visita a las 20:00 estaba poco a poco despertando de su sedación. Fue para mi familia y para mi una gran emoción el verlo así, pero lo más emocionante fue que aun estando allí todo entubado y despertando, le hablábamos y te apretaba con mucha fuerza su mano, y cuando le dije:
-¡papa, te quiero!
Apretó su mano con tanta fuerza que me emocioné, y con su cabeza hacía el gesto de que si, porque sabía lo que le estaba diciendo...fue lo mejor que me pasó dentro de esta situación tan desagradable. Su recuperación fue muy rápida, al día siguiente ya estaba hasta comiendo, y después en cuatro días ¡al fin en casa!
Ahora toca cuidarse, disfrutar de la familia y de la vida...

TE QUIERO PAPA.

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